Proyectos colaborativos: cómo la Web cambió nuestra forma de coleccionar cosas

"My favourite things are blue", Alexandra Cabrer in thingsorganizedneatly.tumblr.com

La Web es una gran remixadora de hábitos.

Pensemos, por ejemplo, en blogs y redes sociales. Comunicarse, socializar con individuos de intereses similares, compartir vivencias cotidianas, llevar un registro de nuestros pensamientos y reflexiones: todo eso está presente en nuestro ADN desde el comienzo de los tiempos (el hombre es un ser social). 

La tecnología digital nos permite llevar esas prácticas culturales (que ya existían) a otro nivel, haciendo que evolucionen hacia formas más simples, veloces, ubicuas y efectivas. Cambian los soportes y las plataformas, pero la esencia es la misma. De ahí lo del rémix de hábitos: hacemos lo mismo de siempre, sólo que con otras herramientas.


¿Qué es lo que ha cambiado gracias a la Web?

1| Cualquier persona con acceso a Internet puede producir, editar y publicar contenidos de manera simple.
2| Esos contenidos pueden (potencialmente) alcanzar una audiencia global,
3| Los usuarios interactúan en comunidades virtuales en función de sus intereses, y pueden llevar adelante proyectos colectivos, aunque se encuentren geográficamente dispersos.

Internet ha modificado la forma en que buscamos información, almacenamos conocimientos y los compartimos con otros. Ha transformado para siempre la manera en que planeamos un viaje, decidimos a dónde ir a cenar o festejar nuestro cumpleaños, cómo hacemos compras, estudiamos, pagamos nuestras cuentas, promocionamos nuestros productos y aprovechamos nuestro tiempo libre.
En este post, hablaremos de un aspecto que el mundo digital ha remixado en forma notable: la forma en que coleccionamos cosas. Muchos de nosotros tenemos cierto afán coleccionista o recopilador. Ignoro los motivos, pero la idea de clasificar y alcanzar algún tipo de orden nos atrae.

Estas eran algunas de las manías "compiladoras" que ponía en práctica en mi infancia y adolescencia (contexto: década de los '90 y primeros años de la década del 2000):
  • Recortaba fotografías de revistas y las guardaba en folios clasificándolas por nombres.
  • Extraía las páginas de recetas de cocina y las coleccionaba dentro de una carpeta.
  • Llevaba un cuaderno con frases, letras de canciones y extractos de libros que me gustaban, combinados con imágenes. En la misma sintonía estaba el panel de telgopor que adornaba una de las paredes de mi habitación, con fotos, frases, señaladores y postales.
  • Tenía una gran variedad de almanaques, de los chiquitos que se llevaban en la billetera y que estaban ilustrados con fotos de gatos, de paisajes, de flores.
  • Coleccionaba stickers, pequeños dibujos brillantes que pegábamos en álbumes de fotos y que eran furor en los años de primaria.
  • Tenía una lista de los libros que había leído (que todavía conservo y actualizo :D).
Y todo eso formaba parte de mi mundo íntimo, secreto, personal. No lo compartía con nadie (bueno, quizás con alguna amiga).

Hubo también un proyecto colectivo: durante la secundaria, armamos un diccionario de palabras y frases (graciosas o fallidas) dichas por profesores y alumnos, una suerte de “la gente anda diciendo” analógico. Tres personas coordinábamos el proyecto, todo el curso enviaba sus colaboraciones y un archivo de word almacenaba las entradas en orden alfabético.

[Noto que mis colecciones tienen un sesgo importante: todas están ligadas a la palabra, a la fotografía, a la imagen. Me pregunto desde qué momento empezamos a ser el germen de lo que luego seremos].

Proyectos colaborativos en la Red

Un día llegó Internet. Y alteró la balanza entre autor/lector, productor/consumidor, público/privado, individual/colectivo, entre otras dualidades. La Red hace posible que hoy las colecciones sean públicas, colaborativas y de alcance masivo.

Plataformas como Pinterest nos remiten directamente a los tablones de corcho atiborrados de posts-its y fotos, con la diferencia de que se trata de un banco de imágenes de proporciones infinitas, curado y clasificado en forma exhaustiva por miles y miles de personas.

Las fotografías con frases que hasta hace unos años fabricábamos "a mano" hoy se pueden confeccionar con sólo un click y ser viralizadas como reguero de pólvora en las redes sociales.

Todos los días se inician proyectos de diversa índole que se sustentan en la colaboración de usuarios: proyectos educativos, periodísticos, políticos, de negocios y de entretenimiento. Aquí van algunos ejemplos de estos últimos, los que tienen como propósito recopilar, coleccionar o clasificar contenido con fines recreativos:
  • Uno de los pioneros (de la etapa pre-redes sociales): Proyecto Cartele. Fotografías de carteles (graciosos, absurdos) observados en las calles. El proyecto fue iniciado por tres amigos argentinos: primero fue un álbum que compartían con sus amigos, en 2001 se convirtió en un libro y luego en un sitio web que permitía la participación de usuarios. Desde ese entonces, han recibido colaboraciones de todas partes del mundo.
  • La gente anda diciendo: el proyecto surgió en 2011, de la mano de dos amigos con la idea de "hacer una recopilación de miles de frases escuchadas en las calles para algún día editar un libro que reflejara de forma entretenida la manera en que hablamos". Las colaboraciones comenzaron a llegar (principalmente a través de Facebook y Twitter) y dieron forma a un libro, financiado a través de la plataforma de crowdfunding Idea.Me. Sobre la base de la misma idea (todo es rémix, decíamos) se han creado varias páginas en Facebook como "La UBA anda diciendo" [vale para otras universidades/facultades], "Los recitales andan diciendo" y siguen las firmas.
  • ¡Tiene carita!: una periodista creó un Tumblr en el que recopila fotografías de objetos cotidianos que "tienen carita". En una entrevista, cuenta: "yo simplemente le veía caritas a las cosas, desde siempre. Cuando tuve mi primer celular con una linda camarita le empecé a sacar fotos. (...) Un día decidí hacer algo con esas fotos y en vez de crear un álbum de fotos cualquiera, la subí a un Tumblr. Ese mismo día me empezaron a llegar colaboraciones. Y después fue creciendo y abrí el Facebook, el Twitter y ahora también una cuenta en Instagram".
  • De bondis: recopilación de frases, situaciones y anécdotas que suceden en colectivos. ¿Lo mejor? La sección "parecidos": los usuarios envían fotografías de pasajeros que se parecen a famosos.
  • Y de yapa, un sitio extranjero que contiene fotografías fascinantes (una de ellas, la que ilustra este post): Things Organized Neatly. Se trata de un Tumblr que compila fotos tomadas por el autor, más colaboraciones de usuarios y material extraído de revistas u otros medios. ¿La idea? Objetos organizados de forma atractiva: placer visual para los obsesivos por el orden.

Lo que podemos aprender de esto:

1| Hay ideas que "están en el aire". Lo que a nivel personal nos genera intriga, curiosidad o nos divierte, probablemente también funcione a nivel colectivo.
2| Las redes sociales son el reino del "compartir". Pocos se resisten a viralizar o recomendar contenido con el que se sienten identificados (o que les recuerda a otra persona). 
3| Los usuarios prefieren ser partícipes y no espectadores. Los proyectos totalmente cerrados ya no resultan atractivos. 
4| Un proyecto personal puede verse enriquecido en forma notable si se incluyen contenidos generados por usuarios. Los seguidores o lectores se convierten en una comunidad.

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