Propiedad intelectual, piratería, cultura libre y el futuro de nuestra Internet






Ya ha pasado una semana desde el "blackout” que diferentes sitios web del mundo implementaron como forma de protesta contra SOPA (“Stop Online Piracy Act”) y PIPA (Protect Intellectual Propery Act), dos proyectos de ley impulsados por el Congreso de Estados Unidos que volvieron a encender el debate sobre propiedad intelectual, distribución de contenidos, piratería y usos de la Red.

Sitios como Wikipedia y Cuevana no operaron durante ese día, y las redes sociales –con Facebook y Twitter a la delantera- se volvieron un mar de comentarios, opiniones y enlaces explicativos.

Alguien remixó a Mafalda, emblemática creación de Quino y enemiga declarada de la sopa, y creó esta infografía que me pareció genial.

A lo largo del día, ambos proyectos de ley perdieron adhesiones políticas, hecho que fue reflejado por Pro Publica y su aplicación Sopa Opera, en una excelente clase de periodismo de datos + viralización de contenidos en redes sociales. Alentador.

Pero eso no fue todo. Apenas unos días después se anunció que el FBI dispuso el fin del sitio de descargas Megaupload y la detención de su fundador, conocido como “Kim DotCom”. Megaupload tenía 1.000 millones de usuarios, 50 millones de usuarios activos cada día y un tráfico equivalente al 4% del total de la red.

La versión oficial habla de piratería, violación de copyright, lavado de dinero y crimen organizado. Sin embargo, la historia paralela hace referencia a un proyecto de la compañía para iniciar un programa de pago a los artistas cuyas obras fueran las más descargadas en la red. De ser así, las motivaciones detrás del cierre serían significativamente distintas…

Lo cierto es que Internet ha modificado nuestro mundo de manera sustancial. La Web 2.0 ha colocado al usuario en un lugar protagónico, al abrir la posibilidad de producir, compartir y transformar contenidos de manera simple y veloz. Ello implica grandes beneficios para nuestra sociedad y cultura, pero –al mismo tiempo- trae consigo la pérdida del predominio de las industrias culturales tradicionales.

Por mi parte, considero que SOPA, PIPA y demás proyectos similares, constituyen un intento de legislar en beneficio de grandes corporaciones e industrias con modelos de negocio que Internet ha evidenciado como obsoletos. Y que, al fin de cuentas, es poca o nula la preocupación real por los derechos de autor, la propiedad intelectual y la retribución a los creadores.

Pienso que las soluciones deberían orientarse a repensar modelos de negocio caducos, en lugar de poner frenos a los usos que las nuevas tecnologías proponen, o intentar legislar nuevas realidades con fórmulas anticuadas.

En estos días finalicé la lectura de “Cultura libre: Cómo los grandes medios están usando la tecnología y las leyes para encerrar la cultura y controlar la creatividad”, libro en el que Lawrence Lessig –catedrático de derecho de la Universidad de Stranford y presidente de Creative Commons- expone varios de estos temas con gran claridad y vigencia.

Comparto aquí algunos fragmentos interesantes del pensamiento de Lessig, y recomiendo con énfasis la lectura de su libro, plagado de ejemplos  –históricos y actuales- que ayudan a comprender el tema:

1|Una cultura libre apoya y protege a creadores e innovadores. Esto lo hace directamente concediendo derechos de propiedad intelectual. Pero lo hace también indirectamente limitando el alcance de estos derechos, para garantizar que los creadores e innovadores que vengan más tarde sean tan libres como sea posible del control del pasado. Una cultura libre no es una cultura sin propiedad, del mismo modo que el libre mercado no es un mercado en el que todo es libre y gratuito”.
2| “Lo opuesto a una cultura libre es una "cultura del permiso"--una cultura en la cual los creadores logran crear solamente con el permiso de los poderosos, o de los creadores del pasado”.
3|Cada vez más somos menos una cultura libre y más una cultura del permiso. Se justifica la necesidad de este cambio diciendo que es preciso para proteger la creatividad comercial. Y, de hecho, el proteccionismo es el motivo que tiene detrás. Pero el proteccionismo que justifica los cambios (…) no es del tipo limitado y equilibrado que había definido las leyes en el pasado. Esto no es proteccionismo para proteger a los artistas. Es, por contra, proteccionismo para proteger ciertas formas de negocio".
4| “Si la piratería significa usar la propiedad creativa de otros sin su permiso—si lo de "si hay valor, hay derecho" es verdad--entonces la historia de la industria de contenidos es una historia de piratería. Cada uno de los sectores importantes de los "grandes medios" hoy día--el cine, los discos, la radio y la televisión por cable--nació de una forma de piratería, si es que la definimos así”.
5| “Comprendo lo que hay de malo en duplicar y vender la obra de otro. Pero sea cual sea ese mal, transformar la obra de otro es un tipo distinto de mal. (…) Sin embargo, las leyes del copyright tratan estos dos males diferentes de la misma manera”.
6|El exceso de regulación ahoga la creatividad. Asfixia la innovación. Les da a los dinosaurios derecho a veto sobre el futuro. Desperdicia la extraordinaria oportunidad para una creatividad democrática que la tecnología digital hace posible”.

Para seguir leyendo:

- Why SOPA and PIPA won't stop real piracy (Mashable)
- Para tí, Lucía (una joyita de Hernán Casciari)
- Lo que está en juego (José Luis Orihuela)
- Guerrillas (Amphibia)

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